Donald Trump sigue manejando al dedillo la política en Estados Unidos
Por Rodrigo Hernández Mijares
MEXICALI.-Donald J. Trump es famoso por no cumplir sus promesas. Y ha dado numerosas muestras de ello desde su primera semana como Presidente Electo. Desde variaciones moderadas, hasta otras más radicales en sus planes. Aun así no olvidemos las cosas atroces que ha declarado y sostiene en su plataforma.
Sin embargo como el demagogo que es, sigue ganando el juego y controla la política estadounidense prácticamente solo. La deficiencia de los medios de comunicación, de los opinadores, la cobardía de la oposición, la ineptitud de la izquierda regresiva; le han dejado el paso libre a Trump desde la campaña, y ahora tras su triunfo. Todavía no son capaces de despertar y responder.
Más Progresista que los Demócratas actuales
En algunas cuestiones Trump es más Demócrata que el partido de los Clinton. El verdadero shock que debería causar Trump es que quiere reinstaurar la Ley Glass-Steagal y con ello detener o revertir la destrucción del New Deal que comenzó Reagan pero acrecentó Bill Clinton. Su discurso se apega más a ese espíritu que el de Hillary y cualquier otro Demócrata de Wall Street como Chuck Schumer, Debbie Wasserman, ó Nancy Pelosi. Quiere evitar la Tercera Guerra Mundial y deshacer la OTAN. Los demócratas deberían apoyarlo en eso. En cambio Hillary y el Establishment se mueren de ganas de seguir desmantelando a la clase media, provocando las siguientes guerras y mantener su gran negocio de corrupción y voluntades.
Trump ya mostró ser más progresista que cualquier Demócrata en cuanto a Política Exterior. En donde más importa para la estabilidad mundial, evitar más guerras, y poder concentrarse en los problemas internos de un país. Este genio despreciable recién ganó, todavía no toma posesión, y ya deja ver un futuro inmediato descalando y evitando conflictos armados. El problema con Trump es más de índole doméstica, y ahí deberá enfocarse el esfuerzo de la oposición para proteger los derechos civiles, combatir la corporocracia, defender los logros de la clase media y de las minorías.
Algunas razones para señalar lo anterior es que Trump ha declarado que trabajará con los rusos para combatir a ISIS (creado por Obama y Clinton a través de aliados y financiamiento de Arabia Saudí y Qatar). Declara que detendrá el financiamiento gringo de jihadistas y, algo que es cierto; públicamente estuvo en contra de las guerras en el Medio Oriente desde Iraq en 2003. Otro acierto es señalar que fue un gran error matar a Saddam Hussein y a Muammar Gaddafi. Aquí Trump deja ver un grado de separación con el Establishment y mantener esa imagen de rebelde y alejado a la política.
Atole con el dedo
Otra forma en que sigue jugando con el sistema político, es con sus nominaciones al Gabinete. Trump parece estar quemando nombres para mantener parte de su aparato mediático en campaña, seguirle ganando el juego a la prensa y a los adversarios. Sigue dando atole con el dedo a los opositores y mantiene en el filo del asiento al mundo entero. Lo hace magistralmente. Seguramente pronto veremos que esa estrategia funcionó no sólo para mantener a raya a contrincantes y detractores. Sino para castigar y en casos eliminar figuras políticas que filtra por ahora pero en realidad no desea.
Ejemplo de esto es la reciente reunión con el billonario y ex candidato Republicano Mitt Romney quien durante la campaña calificó a Trump de ser ¨un fraude¨ y de ser ¨no muy inteligente¨. Se lo hizo antes a Chris Christie, y a Ted Cruz o Marco Rubio.
El caso de Mike Pence es distinto y más pragmático. Con antecedentes liberales pero convertido en Republicano, este conservador evangélico entró al equipo de Trump para dar una imagen más centrista y mayor confianza a los votantes republicanos. Su función fue apelar y emocionar a la base electoral de la clase trabajadora del Medio Oeste, sobre todo en estados muy peleados (los famosos battleground states). Además convenientemente Pence se evita una campaña para la reelección como gobernador de Indiana, después de saltar a la fama nacional por sus posturas y propuestas de leyes ultraconservadoras.
Los Medios
El cuarto poder no sabe qué hacer ahora que está completamente absorbido y controlado por Wall Street. Mientras dan un espectáculo vergonzoso, los medios fallidos siguen culpando a otros menos a sí mismos en su fracaso por vender a la insípida Hillary Clinton. Las culpas se reparten mientras mienten sobre hacer autoexploración y reflexión sobre sus errores.
Para ganancia de figuras republicanas y neo-conservadoras, el río revuelto sigue elevando a comentaristas, analistas y medios derechistas siguen ganando posiciones y preeminencia. Dominan cada vez más el panorama mediático.
El Partido Demócrata degenerado y en deriva
El problema con el Partido Demócrata es que no pelea por nada. Ya no tiene plataforma. Sus políticos son figuras vacías y sin agallas. Manejados y absorbidos por la corporocracia autárquica.
Por su parte Clinton y el remedo de Partido Demócrata corrieron una campaña vacía. Sin mensaje. Sin políticas. Sin armazón. Sin respuestas a los problemas de un país grande y diverso pero sumido en la destrucción de la clase media, del medio ambiente, de los derechos civiles y más. Llevaron una campaña atacando al opositor pero sin propuestas, gritando misoginia y vendiendo a una persona por ser mujer no por su contenido, ocultando su notable corrupción y conflictos de interés.
Afortunadamente es posible la muy necesaria muerte de la Política de Identidades, de las nuevas Guerras Culturales. Tras esta elección es posible que la única forma de que las propuestas liberales y progresistas puedan ganar sea regresando a la inteligencia y al imperio de la realidad. Sin detener al próximo Bernie Sanders. Sin empoderar al próximo Donald Trump. Bienvenido ese cambio.
Mientras tanto siguen cuatro años de Donald Trump, y quien no conoce la historia política estadounidense está condenado a asustarse, a gritar #notmypresident, y llorar sin comprender que peores figuras han ocupado esa oficina.