Un recuento (muy) breve de lo ocurrido hasta ahora en Mexicali y el peligro de caer en los ciclos de la Historia
Por Jesús F. Galaz Duarte
MEXICALI.-Espero que el título muestre el espíritu de estas letras y de lo que, a manera personal, considero están hechas las acciones que se han tomado desde que A.D. 2017 inició en Mexicali
Empiezo desde el jueves pasado, ya que considero esa fecha como un parteaguas tanto dentro como fuera de las movilizaciones:
>> A las 9 de la mañana del jueves 19 de enero, una comisión ciudadana de nueve miembros entró al salón de cabildo del Ayuntamiento de Mexicali. Sus edades oscilaban entre los 28 y los 68 años —seguramente promediaban menos de 40—; eran seis hombres y tres mujeres. Llevaban 13 peticiones escritas que se habían logrado consensar y trabajar durante dos días y dos noches en los campamentos y asambleas. Las tres más importantes, como lo señalaba su aparición en el documento, eran 1) el apoyo del alcalde Sánchez para abrogar la Ley del Agua (algo meramente simbólico); 2) la eliminación del DAP (Derecho al Alumbrado Público); y 3) la reducción del impuesto predial a la tarifa del año pasado.
La primera sesión se levantó a las 12 del mediodía con el acuerdo de regresar a las 2 PM. A las 5 PM, después de seis horas de discusión entre la comitiva y el alcalde —salvo Ang, los seis miembros presentes del cabildo parecían el grupo de guardaespaldas de Sánchez—, la segunda sesión concluyó que las 13 peticiones serían aceptadas por el ayuntamiento en el sentido de construir y garantizarles mesas de trabajo adecuadas donde ciudadanía y autoridades públicas pudieran consensar decisiones.
El resultado era agridulce: por un lado se abrían puertas para la sociedad civil y se le incluía legalmente como parte del proceso de decisión en políticas públicas relevantes; por otro se confirmaba el valor del dinero: todas las mesas de trabajo buscaban salvaguardar los ingresos del ayuntamiento a costa de los egresos de la población. Encima de esto, para que los acuerdos entraran en vigor, los campamentos tendrían que liberar las entradas del palacio municipal al firmar el documento.
Para emitir su fallo la comisión ciudadana duró dos horas en el pasillo del palacio municipal. Durante ese tiempo se alejó a personas ajenas a la causa, ansiosas de escuchar qué se decía dentro del grupo, y se susurraron fuertes debates y posicionamientos a favor y en contra de una u otra postura, en contra y a favor de la minuta y la firma. Primero se rechazaría, después no, luego otra vez sí, después alguien de los campamentos mandó seis platos de birria.
«No nos están dando nada», decía uno. «Vamos a poder intervenir en las decisiones», decía otro. Un reportero gráfico de Oaxaca que cubrió las huelgas sindicales de su estado no ocultaba su preocupación. «Esto es una guerra —me dijo—, y hay que saber ser fuerte y aguantar. Pero también hay que saber sentarse y jugar ajedrez».
Cerca de las 7 de la noche, la esquina noroeste del segundo piso del palacio municipal estaba llena de periodistas y miembros del ayuntamiento mirando al techo. Dentro de la comitiva se redactaban cuatro escritos distintos para rechazar la propuesta de Gustavo Sánchez. Los ojos de algunos miembros de la comitiva se miraban ágiles, nerviosos, preocupados —los pesos universales de la angustia—. Luego alguien cuestionó algo y se hizo un silencio. Borrón y cuenta nueva. Otra vez. De nuevo. Había que repasar el proceso y las acciones de los últimos veinte días, las historias personales, recordar la Historia grande y considerar los errores y aciertos, los ajenos y los propios, volver a hacerse las mismas preguntas y construir otra vez respuestas pensando en esas creaciones humanas llamadas Democracia, Poder, Justicia…
Veinte minutos después, en el salón de cabildo, con los periodistas en silencio y el mismo sabor agridulce de hacía dos horas, la comisión ciudadana aceptaba las condiciones del ayuntamiento, pero solamente bajo la suya: «Si cualquiera de estos puntos llegara a no cumplirse, Señor presidente, tenga usted seguro que volveremos a tomar el edificio. Nosotros no somos líderes. Estas no son nuestras demandas. Son las exigencias que la gente nos ha dado para reclamárselas».
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Los 13 puntos de la minuta firmada fueron:
1) “el Presidente Municipal está totalmente de acuerdo con la abrogación de la Ley del Agua”;
2) “iniciar una mesa técnica el día 26 de enero para efecto de analizar el tema del impuesto predial, la autoridad aportará la información estadística en forma previa a la sesión señalada” (sic);
3) “instalar el día 2 de febrero una mesa técnica para efecto de analizar el tema del ‘derecho al alumbrado público’ (DAP). Y asimismo, se compromete a través del Cabildo a enviar un exhorto a la Comisión Federal de Electricidad en el que formalmente se haga una exigencia para que baje la tarifa eléctrica de alumbrado público para el Ayuntamiento”;
4) “se instalará y sesionará el Consejo Municipal y de Participación Ciudadana [en relación al transporte público y su gestión] a la brevedad posible, apegándose a los plazos establecidos en la normatividad existente”;
5) “llevar a cabo una revisión escrupulosa sobre [el proyecto EcoZone, hoy denominado ‘Proyecto Incluyente de Mexicali’], y previo conocimiento de la mesa técnica, realizar un posicionamiento al respecto” (legalmente, dijo Sánchez, el ayuntamiento no puede hacer otra cosa, ya que ningún proyecto con esos nombres o características ha solicitado audiencia con la Ciudad);
6) “instalar una mesa técnica de carácter ciudadano, el día 9 de febrero a las 10:00 horas, en la que se elabore una iniciativa para su presentación al Congreso para la creación de una Asamblea Ciudadana, como mecanismo de participación ciudadana”;
7) el alcalde no recibirá un sueldo mayor a los 25 salarios mínimos diarios ni “recibirá bonos o compensaciones extraordinarias”. Se compromete a “buscar la vía legal a fin de que se eroguen salarios en el ayuntamiento y a su vez se cobren con motivo de cualquier cargo de elección popular” (sic);
8) “enviar un exhorto por parte del Cabildo al H. Congreso del Estado con un posicionamiento mediante el cual se proponga que los Regidores y Delegados Municipales sean electos por voto directo ciudadano”;
9) eliminación de “todo tipo de gastos superfluos de la administración municipal [y] que dichos gastos superfluos no sean reactivados, incluyendo la no contratación de seguros de gastos médicos, pago de celulares a funcionarios, adquisición de autos para funcionarios, adquisición de equipo de cómputo y demás gastos”;
10) [va incluido en el punto 9];
11) abrir una mesa técnica de “análisis y revisión” para la eliminación del cobro a unidades deportivas y parques recreativos;
12) “el Presidente Municipal acepta renunciar al fuero constitucional, [así como] el resto del Cabildo del XXII Ayuntamiento” (punto a tratar durante la próxima sesión de cabildo).
13) “en tanto no se presenten conductas constitutivas de un delito, no se presentará denuncia alguna en contra de los participantes de este movimiento” (hasta la fecha, se aclaró, no se ha cometido ningún delito).
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Es bien sabido que los rumores corren más rápido que la verdad, especialmente en situaciones complejas y estructuras frágiles. Inmediatamente después del cabildo hubo voces que criticaron a la comisión por haber aceptado las conclusiones de la minuta. Para los ojos críticos, aceptar significó haber concedido todo o haber regresado sin nada, daba lo mismo. Incluso se llegó a gritar y decir que algunos de los voceros eran enviados de diferentes organizaciones políticas del centro del país, a veces antagonistas al gobierno, a veces antagonistas al pueblo.
Para complicar más las cosas los campamentos no tuvieron una reacción efectiva en difundir los puntos conseguidos con palabras de la comisión —una rueda de prensa formal, por ejemplo—, lo que dio espacio para que florecieran más rumores y se torcieran algunas opiniones de gente cercana.
Ese jueves muchas de las personas visitando el centro cívico se preparó para pasar la noche en las plazas. Los campamentos que más recibieron gente fueron Municipio Sur y Municipio Norte, Ejecutivo Sur y Ejecutivo Norte y Recaudación de Rentas. Los que siguieron casi con los mismos miembros fueron Congreso Sur (también conocido como Campamento Sur), Ejecutivo Oeste y Congreso Norte.
A pesar del triunfo civil frente al ayuntamiento y el precedente histórico que estas acciones significaban, la noticia que se rumoreaba sobre la junta de cabildo podría resumirse en lo siguiente: a) hoy fue una comisión de los campamentos al cabildo del municipio; b) les aceptaron algunas peticiones y otras no; c) ¿cuáles fueron las peticiones que aceptaron?; d) No se sabe, pero no consiguieron bajar el predial ni quitar el DAP; e) ¿y por qué liberaron el edificio?; f) Nadie sabe tampoco.
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A 50 metros del palacio municipal y la misma mañana del jueves, más de un centenar de ciudadanos escoltaron a los diputados estatales dentro del congreso del estado para que atendieran el único punto para el día: aprobar la abrogación de la Ley del Agua que el gobernador Vega había hecho pública pocos días atrás. En una rápida sesión —quizá una de las más rápidas de las que haya memoria— los diputados, algunos simulando calma, otros sin poder esconder los nervios (es interesante la reacción de los representantes públicos cuando por fin ven a sus ciudadanos), caminaron hasta su asiento. Después de cantar el himno nacional y decir unas palabras protocolarias votaron unánimemente a favor de la abrogación de la ley y salieron del edificio, otra vez, escoltados por ciudadanos.
Después de la reunión de cabildo, por la noche, la mayor parte de los acampados se abrazaban y felicitaban por conseguir lo que se habían propuesto desde el principio. Hubo música en los campamentos y algunos hasta decidieron celebrar con una cerveza en un bar no lejos de los palacios legislativos. Las redes sociales también se inundaron de felicitaciones y agradecimientos para los activistas y su resistencia pacífica. Parecía que el fin de las ocupaciones estaría cerca, pues la razón por la que muchos habían permanecido aquí (abrogar la Ley del Agua) parecía haberse cumplido. Ahora sólo faltaba que apareciera la prueba física, al día siguiente, en el periódico oficial del estado.
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El periódico oficial del estado comenzó un lento recorrido por los campamentos cerca de las 8 de la mañana del viernes. Poco tiempo después hubo una junta frente al palacio municipal para hablar de su contenido. En ella se acordó leerlo cuidadosamente para asegurarse de que no era una jugarreta del gobernador para sacudir a la protesta, y así fue hecho.
Me declaro incapaz de interpretar un lenguaje legal sin dudar de cada coma. Ese día hubo rumores desde temprano sobre dos posturas respecto al documento, básicamente, si era verdad que el periódico oficial todavía permitía al gobernador licitar agua pública a empresas privadas sin suficientes candados, o no.
Algunos abogados dijeron que el documento tenía ciertos párrafos que permitían licitaciones privadas escogidas por el gobernador o su equipo. Otros que el documento era el mismo que había antes de la ley abrogada. La confusión de tener o no una ley aceptable fue creciendo hasta que se apoderó de los campamentos y las redes sociales, hasta que nadie supo dónde quedó el último paréntesis. Ahora las preguntas comenzaba a aparecer: ¿es esta ley lo que queremos? ¿qué pasa con los bloqueos del ejecutivo, el congreso y las oficinas de recaudación?
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Hacia las seis de la tarde del viernes hubo una asamblea afuera del complejo legislativo. Los organizadores pidieron dos representantes por campamento, pero una vez en la asamblea era obvio que, por un lado, faltaban campamentos (como el Ejecutivo Oeste) al tiempo que, por otro, sobraban personas que no registraba como parte de los campamentos (rostros que simplemente no recordaba). El punto de la asamblea fue organizar la mesa de diálogo que seguiría con gobierno del estado. Hasta ese momento, la mesa de diálogo se había programado para el día siguiente, sábado, pero después se consideró que se cambiara para el lunes al mediodía, lo que le daría tiempo a los voceros para estudiar los temas y, lo más importante, capturar el apoyo moral de la gran marcha del domingo.
En la asamblea se acordaron 11 peticiones, se escribió un borrador y se distribuyeron los puntos a desarrollar entre voluntarios capacitados. También se eligieron voceros y observadores de entre los presentes. La asamblea decidió trabajar las peticiones a las 10 de la mañana del día siguiente y tener una reunión general a las 9 de la mañana del lunes, tres horas antes de la mesa de diálogo. La lluvia comenzó a caer con la noche y el viento se metía por entre la ropa. En el Campamento Sur dos guitarras tocaban un blues.
Y así pasó el viernes.
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A las 10:30 horas del sábado cuatro voceros esperaban en una banqueta al resto del grupo para redactar y revisar las peticiones en conjunto. Al no llegar la persona encargada del edificio solamente se acordó, entre los ahí presentes, hacer las peticiones de manera independiente y revisarlas el lunes por la mañana, como se había dicho, tres horas antes de la mesa de diálogo.
Todo el sábado fueron reuniones para organizar la marcha y conversaciones sobre ella. En los campamentos se especulaba el número de asistentes que llegarían a las plazas y la fuerza que le darían al movimiento. Muchos acampados pensaban que sería más grande que la última, la cual había contado más de 60 mil personas. En ese momento cualquiera podía contar con 34 horas sin dormir o no más de 6 horas de sueño en 48. Pero ahí seguían todos, unos sentados alrededor de la fogata y otros sirviendo comida. A pesar de tantas horas de frío, lluvia, viento, incertidumbre y todas las amenazas de desalojo, el ánimo de la gente seguía en alto. Siempre eras bien recibido en los campamentos y rápidamente te ofrecían lo que tuvieran para tomar o comer.
Las responsabilidades de la marcha se repartió entre representantes de campamento y gente externa de confianza: seguridad repartida en zonas, capacidades del sonido amplificador, colocación de mesas de información y recaudación de firmas, manejo del escenario, moderadores y oradores, etc.
Ese día tampoco hubo un pronunciamiento claro y oficial respecto a la reunión de cabildo del jueves, por lo que mucha gente acampada seguía sin una idea clara de cuáles habían sido los acuerdos entre la comitiva y el ayuntamiento, las razones para aceptar dichos acuerdos y las nuevas condiciones en que quedaban los campamentos y bloqueos. Además, en redes sociales y en algunos medios oficiales comenzaron a aparecer cometarios, notas e imágenes que abiertamente desprestigiaban y buscaban restarle credibilidad a los campamentos, su población y causas, polemizando la noticia sin siquiera salir a buscarla justamente donde estaba, en los campamentos.
Como ha sido continuo durante este proceso, decenas de jóvenes documentan en audio y video las actividades cotidianas de los acampados. Sus fogatas, sus canciones, sus comidas, sus chistes, sus preocupaciones, sus tiendas de campaña, sus asambleas locales, sus charlas, sus discusiones, sus rondines, su solidaridad y su improvisada (pero suficiente) forma de vida temporal.
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A las 11 de la mañana del domingo el Campamento Sur estaba casi vacío, la mayoría de sus miembros ocupados en diferentes actividades relacionadas a la marcha. Cuando todo hubo pasado, según voceros y algunos periodistas, se contabilizaron entre 20 mil y 30 mil personas caminando desde la glorieta del Caballito hasta el centro cívico. SDP Noticias apuntó 70 mil en su nota, pero la referencia fue de una ciudadana emocionada cuando tomó el micrófono para hablar frente a tanta gente. Hubo hasta caballos de altas razas montados por agricultores del Valle de Mexicali, presentes para aclarar, entre otras cosas, la abrogación de la Ley del Agua e impedir la construcción del corporativo cervecero Constellation Brands.
A la 1 de la tarde miles de ciudadanos buscaban emocionados las mesas donde se juntaban firmas y peticiones. Las dos más populares fueron la de destitución y cárcel para la diputada y líder sindical, Victoria Bentley, y la hoja para erradicar la verificación vehicular. Cientos de ciudadanos también ofrecieron su información de contacto para participar en grupos informativos relacionados a los diferentes temas que necesitan preparar las mesas de trabajo municipal (mencionados al principio del texto). No obstante, sin demeritar el ánimo de la gente que firmó esas listas, de cada 100 firmas cerca de la mitad no sabía para qué lo hacía; y de esa mitad menos de la mitad apuntaba uno de los temas propuestos. En fin, que la gente estaba emocionada por firmar documentos y enseñar su credencial de elector.
Gritos contra representantes públicos no dejaron de escucharse durante toda la concentración. Los más coreados fueron la renuncia de Peña Nieto y la renuncia de Francisco Vega. Entre los grupos y personajes particulares de la marcha estuvieron un grupo de samba, una banda de vientos swing que armonizó el himno nacional, bandas de guerra, cientos de banderas mexicanas, formaciones humanas haciendo cadena con los brazos, niños, payasos, un Chapulín Colorado, punks, motociclistas y más de media fauna de la ciudad.
La marcha y el mitin fueron pacíficos y no se registró ningún acto de violencia, lo que siempre es un logro en concentraciones masivas de personas tan diversas. Las clases medias volvieron a salir y llenaron la plaza del ayuntamiento, tanto la clase media trabajadora como la clase media acomodada. Hubo pocos representantes de la clase alta mexicalense (hablo de los verdaderamente ricos) y pocos también, en proporción a su población real, de la clase obrera y baja.
La mayoría de la gente se comenzó a retirar de la plaza entre las 3 y 4 de la tarde, aunque todavía quedaron algunos miles de personas caminando por el complejo cívico. Estas personas visitaban campamentos, entablaban conversaciones con campistas, hacían preguntas. Todos parecían tener la solución a algo o un problema más grande que el tuyo y que quisieran compartir.
Cerca de las 6 de la tarde la pequeña plaza frente al congreso se convirtió en escenario musical y tres bandas tocaron hasta caída la noche. Después los campamentos quedaron en silencio una vez más, y sobre ellos la incertidumbre de la reunión programada para el día siguiente entre gobierno del estado y la comisión ciudadana que se había hecho desde el viernes.
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Esa madrugada el campamento de Recaudación de Rentas sufre un atraco. Un grupo de hombres con caras tapadas rompen las cadenas de una de las puertas, pero los campistas logran ahuyentarlos. Un representante de Recaudación de Rentas se reporta al Campamento Sur y relata lo sucedido. Alguien advierte tener mucho cuidado, ya que dentro del edificio puede haber todavía dinero público, «y eso les da una excusa muy buena para desalojar —dice—. Porque si el dinero desaparece, ¿de quién es la culpa?»
Otro miembro del Campamento Sur le da un radio al enviado de Recaudación de Rentas y lo acompaña a hablar con la guardia policial que ha sido vecina desde hace más de una semana. Aunque lejos de llamarse amigos los acampados han podido crear puentes hacia la policía en base al respeto mutuo, la compartición de recursos (comida y bebida para los policías) y una solidaridad social de los uniformados por las causas que se están peleando. Además, los policías han sido testigos del proceso de construcción de los campamentos, su población y actividades, así como de la forma en que se han tomado decisiones en diferentes momentos, lo cual los hace inmunes a las notas y rumores que buscan desprestigiar al movimiento, o lo que sea que está pasando aquí.
Los policías toman el radio y avisan a las unidades vecinas de lo ocurrido. «Alguien se quiere meter a recaudación de rentas», comunican a otra patrulla y dan la descripción de los sujetos y sus vehículos. Las fogatas, hasta ahora, no se han apagado en ninguno de los campamentos.
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Lunes.
La desinformación asciende como la espuma. Durante el día y la tarde se polariza una noticia que pone en duda la misma abrogación de la Ley de Agua. Al menos dos fuentes licenciadas en derecho declararon que, una vez leído el periódico oficial con las leyes en turno, todavía se entiende que grandes cantidades de agua pública pueden ser licitadas a particulares por decreto político, o, en su defecto, sin suficientes contrapesos para que esto suceda. Del otro lado de la polémica, abogados del estado contestaron que no se le diera más vueltas al asunto, ya que ellos solamente habían regresado, como estipula la ley, al reglamento previo, esto es, al que estaba antes de la recién abrogada ley. Nadie, hasta ahora, ha podido aclarar ese tema de manera satisfactoria. Sin embargo crece el peso de la versión ciudadana conforme más abogados entran en contacto con el movimiento.
La comisión que hablará con representantes del estado se reúne a las 10 de la mañana en una de las plazas cívicas. La hora de la reunión se ha movido a la 1 de la tarde, siempre en el mismo lugar: la explanada interior del edificio ejecutivo estatal. Poco antes de la hora los voceros ciudadanos entran al edificio seguidos por observadores y reporteros. Toman asiento. En la mesa de diálogo sólo hay uno de los jóvenes que originalmente tomaron el congreso y el ejecutivo estatal. Entra entonces la delegación del estado sin el gobernador. Cuando se les confirma que Vega no va a presentarse, el vocero que ha tomado el lugar central en la mesa se levanta y dice al micrófono que no puede haber un diálogo sin la presencia del gobernador. Uno de los participantes lee con fuerza y enojo una frase que critica el poder injusto mientras otras personas tratan de silenciarlo. La comitiva sale entonces del edificio, dejando en su silla al representante de gobierno. Los medios pasan a entrevistarlo y les dice: «Hay que ver aquí las intenciones del gobierno del estado. Nosotros vinimos a dialogar. Son ellos los que no quieren el diálogo. El gobernador Francisco Vega ha sido muy sensible de lo que pasa. Ha escuchado sus demandas y ha sido muy sensible con las protestas. Ahora no pudo venir por fuerzas de causa mayor. Pero nosotros vinimos a dialogar. Son ellos los que no quieren el diálogo».
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Martes.
El debate entre la validez o no de la abrogación del gobernador y el congreso hacia la Ley del Agua va asentándose del lado de la ciudadanía. Encima de eso, se ha descubierto que existe una serie de leyes que permiten directamente la asociación económica entre gobierno y empresas privadas. La punta del iceberg, dicen los abogados, es la Ley de Asociaciones Público-Privadas.