La sociedad se logró quitar de encima a una persona que nunca estuvo comprometida con el cargo de Consejero Presidente del Instituto Electoral
Por Jaime Delgado
MEXICALI.- La inesperada renuncia del Consejero Presidente del Instituto Estatal Electoral de Baja California (IEEBC), Javier Garay Sánchez, describe perfectamente lo que fue el trabajo de este empresario que llegó a una posición sin desearlo siquiera.
Aunque ganaba más de 100 mil pesos al mes, su vista estaba colocada en sus negocios y algunas concesiones que recibiría del Gobierno y que se contraponía a la función pública que venía desempeñando, por eso hoy presentó se renuncia ante el Instituto Nacional Electoral.
El aún Consejero Presidente se venía desempeñando desde el 04 de septiembre de 2015, y la renuncia es con efectos a partir del día 17 de julio, «por motivos estrictamente profesionales y personales».
El cargo terminaba hasta el año 2022, tenía en sus manos la elección a Gobernador para el año 2019.
El Consejero Presidente del Instituto Estatal Electoral de Baja California (IEEBC), Javier Garay Sánchez, desde que fue seleccionado de Consejero Electoral por el INE, todo mundo se preguntó por qué él si fue colocado en el lugar 16 por sus resultados en la evaluación.
Además Javier Garay Sánchez, tenía fuertes vínculos con el Partido Verde, y había dejado una mala experiencia como consejero electoral -antes de la reforma federal electoral-, sobre todo por su desinterés por la función pública que estaba cumpliendo.
Con su renuncia queda evidenciado la irresponsabilidad con la que manejó el Instituto Electoral, nunca atendió la Presidencia, fue un Mirrey según la definición del periodista Ricardo Raphael.
Javier Garay creyó que la presidente del Consejo General Electoral iba ser un hobby, un paseo de campo, se empezaron a generar broncas, incluso algunas rayando en lo ridículo, entre los consejeros electorales y no se diga con representantes de Partido.
Lo intentaron ayudar para abonarle a la credibilidad del Instituto Electoral, y que llegara fortalecido para la elección estatal de 2019, pero le valió un comino.
El aún Consejero Presidente estaba quemado por incumplir compromisos con dirigentes de Partido y consejeros electorales, ya no le creían nada.
Ahora el reto del Instituto Nacional Electoral, quien tendrá que designar al sustituto, debe dejar de faltar el respeto a la inteligencia y colocar a hombres o mujeres con altura de miras, respeto a la Ley y sobre todo con mayor credibilidad, desvinculado a intereses partidistas.
Javier Garay fue un sujeto que gracias a la suerte partidista fue colocado en la institución encargada de organizar los procesos electorales, pero no quiso ni fue capaz de hacerlo.
Deja tirado al Instituto, con compromisos en camino, pero con una enorme incertidumbre ya que el resto de los consejeros electorales no le abonan mucho a la credibilidad, carecen de una ruta para abonarle a la fortaleza de la Institución, sino que andan discutiendo nimiedades como el color de las tazas para el café.
Ganan muy bien para no atender de manera profesional el Instituto, los consejeros electorales y el INE pueden aprovechar la coyuntura para levantar esa mirada que a veces se pierde en los rincones de la burocracia.
La elección local de 2016 estuvieron a punto de incumplir, el desastre en los cómputos distritales lo pusieron al borde de la total irresponsabilidad.
Hasta la fecha la oposición siguen dudando la pulcritud de esa elección, sobre todo en Tijuana.