Por Jaime Delgado
MEXICALI.- Uno se presenta como «defensor de derechos humanos» y el otro, el secuaz, es el rostro de la turba, pero los dos amedrentan, falsifican, regalan dinero, pelean en redes y hasta escenifican una huelga de hambre.
Ivan Mariano Martín del Campo Riebeling, con largo historial delictivo en Estados Unidos, empezó a figurar en cuanto evento sobre derechos humanos había, tanto en Tijuana como en Mexicali.
«Cuerpo Diplomático» los llamaban algunas autoridades y líderes de movimientos sociales, son «observadores» te decían. Se metían hasta en las mesas de negociación de la revuelta social de 2016 en Mexicali, la resistencia fue su lugar para tomar fuerza, igual los migrantes o los jornaleros.
Mariano Soto es el rostro en redes sociales, un tipo arrogante, siniestro y financiado por Riebeling, con quien coincide en el historial o mejor dicho los líos con autoridades. Se presenta hasta como «periodista», pero es un secuaz. Los dos han hecho de Baja California un lugar para operar, sin importar que las manos del crimen organizado parecen moverlos.
El gobernador Francisco Vega de Lamadrid o la Procuraduría General de Justicia del Estado, parecen tener miedo, no se atreven a procesarlos que pruebas hay, nadie quiere meterlos en cintura, excepto el gremio periodístico de la entidad que se ha atrevido enfrentarlos en redes sociales y sitios web.
La impunidad es la sábana de protección de este par de sujetos, un tal Riebeling y Mariano Soto, hombres de poca monta.